Thursday, May 26, 2005

Convención demócrata

Javier Treviño Cantú
El Norte
22 de julio de 2004

El lunes próximo inicia la Convención del Partido Demócrata en Boston, y su candidato a la Presidencia, John Kerry, sigue siendo un desconocido para muchos estadounidenses. A pesar de que lleva dos años en campaña, de las elecciones primarias y de los aproximadamente 80 millones de dólares que ha gastado en publicidad por televisión, casi un 30 por ciento de los electores no tienen una idea clara de quién es, ni a favor de qué está.

Según la encuesta más reciente del New York Times, la carrera se encuentra técnicamente empatada: 49 por ciento de los estadounidenses votaría por la dupla demócrata John Kerry-John Edwards, mientras que 45 por ciento lo haría por los republicanos George W. Bush-Richard Cheney. Si se incluye al otro candidato, el activista Ralph Nader, Kerry obtendría en estos momentos 45 por ciento de los votos, Bush 42 por ciento y Nader 5 por ciento.

Por ello la Convención es clave para Kerry. Un evento exitoso puede hacer que los candidatos suban 10 puntos o más en las encuestas. En 1992, Bill Clinton pasó del tercer lugar al primero, con 24 puntos de ventaja sobre el Presidente Bush padre, y finalmente ganó la contienda. Ahora, los estrategas republicanos esperan que el "rebote" de Kerry sea de unos 15 puntos porcentuales. Sin embargo, otros piensan que será menor, ya que esta vez parece haber muchos menos votantes indecisos.

En cualquier caso, el reto para Kerry es convertir la Convención Demócrata en una verdadera plataforma que genere entusiasmo. Las Convenciones son grandes fiestas rituales, y Kerry necesita toda la "majestuosidad" que confiere este evento para superar los ataques de sus oponentes. El "war room" -cuarto de guerra- del Presidente Bush trabaja las 24 horas del día para reforzar su mensaje: "Kerry es un liberal que cambia de postura política cada vez que le conviene".

Hasta ahora, el demócrata no ha logrado capitalizar los problemas que están afectando la popularidad del actual mandatario -sobre todo la situación en Iraq y el bajo impacto de la recuperación económica en los bolsillos de los ciudadanos-, a la vez que su propio mensaje es poco claro. Kerry ha desperdigado su atención en una gran cantidad de iniciativas para atender a un amplio número de sectores. Entre éstos destaca el de los hispanos, que se está perfilando como uno de los grupos más importantes para los dos contendientes.

Según algunos reportes, los hispanos han pasado de representar un 7 por ciento del electorado en el 2000, a un 9 por ciento hoy. En la elección anterior, emitieron el 5.6 por ciento de los votos totales, pero ahora son 4 millones más. De acuerdo con cifras recientes de John Zogby -aquel encuestador que en mayo del 2000 diera a conocer una de las primeras encuestas en las que Vicente Fox aparecía en primer lugar para la elección presidencial de ese año-, 58 por ciento de los hispanos estaría a favor de Kerry y 33 por ciento votaría por George W. Bush. Por su parte, una encuesta de Gallup lo pone 19 puntos arriba entre estos mismos electores.

Históricamente, los hispanos en EU han votado por los candidatos demócratas en una proporción de 2 a 1. Sin embargo, como señala The Economist, el voto latino parece ser cada vez más volátil, y la diversidad de la gente que entra en esta categoría hace que su lealtad hacia un partido determinado se complique. Lo que también comenta el semanario inglés es que 2 de cada 3 hispanos son de origen mexicano, lo cual explica la atención que Kerry ha puesto en México.

Nombró como su representante en nuestro país a Ana María Salazar, una ex funcionaria de la administración Clinton y conocida analista de temas relacionados con seguridad nacional. Hace poco envió a su hermana, Diana Kerry, quien encabeza la promoción del voto de los estadounidenses que viven en otros países. Nadie está seguro del número exacto que hay en México. La Embajada del vecino país cree que son unos 350 mil, pero otros calculan que podrían ser más de un millón. Kerry ya ha concedido entrevistas exclusivas a dos periodistas que colaboran aquí, en EL NORTE: Jorge Ramos y Andrés Oppenheimer.

La semana pasada, el candidato demócrata anunció la compra de espacios en medios hispanos por un millón de dólares, y su primer anuncio de televisión en español empieza con el famoso ¡Sí se puede! También ha pronunciado discursos en este idioma, como el del 5 de mayo en una secundaria de Los Ángeles, y se ha reunido con las principales organizaciones hispanas. En un mensaje que dirigió a finales de junio ante la Asociación de Funcionarios Latinos Electos, NALEO, propuso crear una nueva "Comunidad de las Américas" y un "perímetro de seguridad norteamericano", que buscaría coordinar políticas aduaneras, migratorias y de seguridad entre México, Estados Unidos y Canadá.

Kerry ha prometido que, en sus primeros 100 días de gobierno, promoverá una reforma migratoria que le otorgaría la ciudadanía a los migrantes que trabajen duro y paguen impuestos. Además, en la plataforma política del Partido Demócrata se señala que las relaciones con México serán "una prioridad". Seguramente, en caso de ganar la Presidencia, sus verdaderas prioridades serían otras, pero las promesas ahí quedan.

El discurso de John Kerry en la próxima Convención Demócrata será determinante. Si logra el impacto deseado, puede consolidar su ventaja en las encuestas. Todo dependerá de la televisión. Por ello ha contratado a James Moll -un director de Hollywood recomendado por Steven Spielberg- para que produzca el video que lo presentará ante la audiencia. De los cuatro días que dura el evento, las principales cadenas sólo transmitirán en total tres horas. La imagen de Kerry y su mensaje deben ser atractivos para los partidarios que ya están seguros de que votarán por él; pero también para los que todavía no se deciden.

Una encuesta reciente del Centro de Investigación Pew encontró que 63 por ciento de los estadounidenses está convencido de que los resultados de las elecciones serán realmente importantes, y 58 por ciento ha dedicado mucho tiempo a pensar en las mismas. Esto significa que los electores estadounidenses están poniendo atención a las campañas, y que pueden ir a votar el primer martes de noviembre en mayor proporción que en elecciones pasadas. Pero primero se sentarán frente a la televisión, y luego tomarán su decisión.

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