Friday, December 14, 2012

Javier Treviño - Premio Fulbright - García Robles 2012


Ver adicionalmente el comunicado de la Embajada de Estados Unidos en México

 http://spanish.mexico.usembassy.gov/es/spress/embajador-wayne-promueve-asociaciones-pblico-privadas-e-intercambios--educativos-en-gala-de-comexus.html




Thursday, December 13, 2012

Premio Fulbright-García Robles 2012


Palabras de Javier Treviño Cantú al recibir el "Premio Fulbright-García Robles 2012"

México D.F., 12 de diciembre de 2012


Apenas el mes pasado tuvimos una muestra de lo paradójico que siguen resultando tanto la creciente cercanía que existe entre nuestros dos países, pero también la gran distancia que lamentablemente todavía nos separa por la falta de un mejor conocimiento y entendimiento mutuos.

El 20 de noviembre, acompañado por el Embajador Tony Wayne, el Secretario de Educación Pública de la anterior administración, el Dr. José Angel Córdova, firmó el Memorándum de Entendimiento sobre Educación entre México y los Estados Unidos, un instrumento orientado a facilitar el intercambio de alumnos de bachillerato y de educación superior.

Sin embargo, lo paradójico fue que, ese mismo día, un estimado amigo mío —y también un buen amigo de México—, Jimmy Taylor, de la compañía consultora Vianovo, dio a conocer un estudio de opinión en donde se muestra con toda claridad... la pésima imagen que existe de México en los Estados Unidos.

Según esta encuesta, la conclusión principal es que la gran mayoría de nuestros vecinos en los Estados Unidos ven a México —ante todo— como una fuente de problemas. La verdad me entristeció... y también me enojó mucho.

Resulta increíble —por decir lo menos— que después de tantos esfuerzos para estrechar nuestros vínculos y establecer una relación madura, a la altura de los enormes cambios que han ocurrido al menos durante las últimas tres décadas en todos los espacios de nuestra relación, sigamos siendo unos simples “vecinos distantes” que básicamente se reconocen por sus respectivos estereotipos.

Nuestros dos países han registrado avances sin precedente en el terreno de la indispensable cooperación sobre seguridad, para hacer frente al reto común del crimen organizado transnacional y asegurar una operación eficaz de nuestra frontera compartida.

Con base en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y gracias al enorme esfuerzo de los sectores empresariales de ambos países, hemos pasado de ser meros socios comerciales, a contar con economías crecientemente integradas.

Incluso, después de unas elecciones en los Estados Unidos donde los votantes de origen “hispano” fueron determinantes para asegurar el triunfo del Presidente Obama, hoy se reconocen cada vez más las valiosas aportaciones de los migrantes mexicanos al desarrollo de nuestro vecino país.

Ahora, resulta indispensable darle una atención prioritaria al fortalecimiento de nuestros intercambios educativos y culturales, para darle un soporte mucho más sólido y constructivo a una relación que, por incontables razones, es tan importante para México, como lo es para los Estados Unidos.

Sólo si nos conocemos mejor... si establecemos mejores canales de comunicación entre nuestras sociedades... si hablamos idiomas comunes, en términos de los valores que compartimos... y si de esta forma nos entendemos mejor... podremos tener una relación de mucha mayor calidad, que en verdad nos reafirme como socios estratégicos y como pueblos hermanos.

Los intercambios educativos y culturales son una herramienta fundamental para superar los viejos y nuevos estereotipos que existen en ambos lados de nuestra frontera, y estoy convencido de que en esta nueva etapa de la relación que está iniciando, recibirán una atención mucho mayor por parte de ambas administraciones.

El reto es mayúsculo.

De acuerdo con "Open Doors 2012", el informe anual de movilidad académica internacional que publica el Institute of International Education con el apoyo del Departamento de Estado, durante el año escolar 2011-2012 estuvieron inscritos en alguna institución de educación superior de Estados Unidos un total de 764 mil 495 estudiantes provenientes de diversos países.Poco más de 194 mil provenían de China, unos 100 mil de India, poco más de 72 mil de Corea, otros 34 mil de Arabia Saudita, y casi 27 mil de Canadá. Los otros tres países con un número significativo de estudiantes fueron Taiwán, con 23 mil, Japón con 20 mil, y Vietnam con casi 16 mil.

La buena noticia es que México ocupa el lugar número 9, con cerca de 14 mil estudiantes. Pero, la mala noticia, es que desde los primeros años de este siglo dicha cifra ha permanecido estancada.Estos 14 mil estudiantes mexicanos en Estados Unidos representan un activo de un valor incalculable para mejorar a fondo nuestra relación bilateral, pero sólo si los consideramos no como un grupo disperso de historias individuales, sino como una comunidad que representa en conjunto a nuestro país.

Habría que verlos como el "Campus México" en Estados Unidos.Los cerca de 14 mil universitarios de México que estudian en Estados Unidos son en sí mismos una excepcional historia de éxito. En la gran mayoría de los casos, han logrado su meta con muy poca ayuda del gobierno y enormes sacrificios por parte de sus familias. Son gente valiosa, que a su regreso pueden contribuir mucho al desarrollo de nuestro país, y también a que logremos tener un mayor entendimiento con nuestros vecinos.

Para darle forma al "Campus México" y poder apoyarlos, primero habría que saber quiénes son, en dónde está cada uno de ellos, qué estudian, cuáles son sus aspiraciones profesionales, y cuándo deberán regresar. Con las tecnologías actuales, no se necesita un gran esfuerzo para lograrlo. Lo que se requiere es la visión política para considerarlos como un recurso que pueden hacer grandes aportaciones a la construcción de una relación más constructiva y benéfica para nuestros dos países.

Los Presidentes Peña Nieto y Obama aspiran a dejar un legado de mayor entendimiento mutuo entre México y los Estados Unidos, y para hacer realidad este elevado propósito, se tendría que dedicarle una atención prioritaria a la cooperación educativa, incluyendo un programa masivo de becas.

Por supuesto, fortalecer estos intercambios es un reto que va más allá del trabajo que puedan hacer los gobiernos, y por ello es indispensable sumar a esta tarea decisiva a un creciente número de escuelas, universidades, centros de estudio y asociaciones culturales... a compañías y cámaras empresariales... a organizaciones ciudadanas... a los medios de comunicación... y a todos los que compartimos la convicción de que México y los Estados Unidos son dos grandes países que se merecen una mucho mejor relación.

Muchas gracias por su atención.

Thursday, November 08, 2012

Mensaje de Javier Treviño en la Comparecencia del Secretario de Energía y el Director de PEMEX


Preguntas para el Secretario de Energía y el Director de PEMEX


Palabras del Diputado Federal Javier Treviño Cantú durante la comparecencia del Secretario de Energía y del Director General de Pemex ante la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados

México, D.F., 7 de noviembre de 2012

Señor Secretario,

Señor Director General:

El Grupo Parlamentario del PRI tiene absoluta claridad en que el sector energético y PEMEX, en particular, deben ser una palanca del desarrollo nacional y que la seguridad energética resulta crucial para el crecimiento y la integridad de la nación.

Igualmente podemos estar de acuerdo en que la actual dependencia que las finanzas públicas tienen del ingreso petrolero constituye una fuente de vulnerabilidad para el desarrollo y el crecimiento económico sostenido de nuestro país.

Nos interesa que el sector energético nacional se mantenga debidamente actualizado, ante las tendencias recientes que se observan en el mercado de hidrocarburos a nivel mundial y regional, por las oportunidades que generan los incesantes avances tecnológicos en el campo de la exploración y producción, tanto en la que se refiere al petróleo, el gas y otros combustibles fósiles, como a las crecientes fuentes de energía renovables y el progreso en materia de eficiencia energética.

Por ello vemos con profunda preocupación la crisis que presenta el sector de energía y con la cual concluyen ustedes su gestión. Porque seis años después del compromiso de asegurar un suministro confiable, de calidad y a precios competitivos de los insumos energéticos, como establece el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, nos encontramos con un sector que está frenando el desarrollo del país y que requiere de una urgente reforma.

Por lo anterior, nos interesa dejar establecido, en forma clara y objetiva, cuál es el estado que a esta fecha guarda el sector energético nacional, así como las responsabilidades y omisiones correspondientes.      

Veamos sólo algunos de los problemas evidentes del sector.

 En primer lugar, en los últimos 10 meses se han presentado 15 “alertas críticas” por falta de gas en los ductos, lo que implica un desabasto o racionamiento de gas a los industriales, especialmente a los del centro y norte del país. Ello ha generado un profundo malestar en el sector privado, ante pérdidas que se estiman en 150 millones de dólares diarios por cada 24 horas de alertas críticas.

Adicionalmente, el sistema de gasoductos es anticuado y está saturado, la infraestructura disponible no permite aumentar el consumo de gas natural, y no se está utilizando la alternativa de importar gas natural por barco e internarlo en las plantas regasificadoras del país, a pesar de que la demanda del sector público energético es la que ha saturado el Sistema Nacional de Gasoductos.

Asimismo, es causa de consternación el deterioro significativo de la seguridad industrial en el sector energético, ante la frecuencia y la gravedad de los incidentes que causan trágicas muertes e incapacidad de horas-hombre trabajadas, cuya frecuencia se incrementó en un 17% en el primer semestre de 2012, con respecto al año anterior.

También en materia de seguridad, reiteramos la preocupación que ya hemos expresado en esta Cámara, por el incremento de 100% en el número de tomas clandestinas, entre 2010 y 2011. A lo cual se agregan los faltantes en las refinerías, los cuales ascendieron a 15.8 miles de barriles diarios entre enero y agosto de 2011.

Por otra parte, las ineficiencias en el sistema eléctrico se reflejan en altas tarifas de servicio. El problema es grave, porque no se cobra alrededor del 18% de la electricidad generada. Y la Tarifa doméstica de alto consumo, DAC, que es la tarifa de referencia en baja tensión sin subsidios, es de las más caras del mundo.

Las elevadas tarifas industriales reflejan también la ineficiencia del sector y la desventaja competitiva en que se encuentra el aparato productivo nacional. De acuerdo con las estadísticas disponibles, el mayor consumo de electricidad está en la industria, pues el 0.7% de los usuarios consumen el 58% de la electricidad. Y aunque se permite el autoabastecimiento eléctrico, éste no se facilita para los usuarios en mediana tensión.

Sin duda, el sector de transporte también incide en las ineficiencias del sector energía. México cuenta con un parque vehicular anticuado e ineficiente, por lo que los combustibles para la movilidad de las personas y de la carga están orientados exclusivamente a los derivados del petróleo. Los combustibles para el transporte son de baja calidad, y no se cuenta con los incentivos para aprovechar otras opciones tecnológicas, como el gas natural o la electricidad.

Estas son solamente algunas de las preocupaciones que tenemos ante la situación crítica que observamos en el sector de energía. En intervenciones posteriores habremos de extendernos en temas particularmente sensibles.

Frente a este panorama desolador para el sector energético nacional, deseamos dejar claramente asentada la convicción que tenemos de que México está destinado a consolidarse como una potencia emergente, pero para lograrlo no puede seguir dejando pasar el tiempo y las oportunidades en un ámbito de carácter estratégico.

Es absolutamente impostergable una reforma energética de fondo que resguarde la propiedad y la rectoría fundamental del Estado mexicano sobre los recursos energéticos y, a la vez, promueva la inversión y facilite el aprovechamiento de la participación privada.

La potestad soberana del Estado mexicano sobre los recursos energéticos con que contamos en el país, no está ni estará jamás a discusión.

Lo que sí es necesario y urgente, es replantear la forma en que el Estado ejerce su rectoría sobre dichos recursos, para asegurar que su eficaz explotación, procesamiento y distribución contribuyan a la seguridad energética de la nación, al abasto oportuno y a precios accesibles para todos los consumidores, a la generación de mayores recursos e ingresos presupuestales, así como a la asignación de tales recursos con base en criterios transparentes y de largo plazo, como una inversión estratégica para el desarrollo actual y futuro de México.

Señor Secretario:

Con respeto y con la responsabilidad que merece el tratamiento de estos temas vitales para el desarrollo del país, quisiéramos tener una respuesta puntual a las siguientes inquietudes:

¿Cómo concibe usted la seguridad energética de México? ¿Cómo explica la escasez de gas natural en algunas zonas del país y el hecho de que hasta esta hora no se haya remediado el desabasto que afecta la actividad productiva y la generación de empleos? ¿Qué respuesta inmediata tiene usted para las agrupaciones industriales que han demandado a las autoridades cumplir con su responsabilidad de mantener el abasto de gas natural? ¿Quién debe desarrollar la capacidad de transporte de gas natural? ¿Cuándo estima que se podrá tener acceso a gas natural en todos los Estados de la República?
¿Por qué no se revisaron a tiempo la red de gasoductos para intensificar el uso industrial y doméstico en todo el país? ¿Por qué no se hizo una revisión completa de las tarifas eléctricas? ¿Por qué no se facilitó la compra de electricidad entre las mismas empresas privadas?
¿En qué estado se habrá de entregar a la próxima administración federal la infraestructura crítica nacional integrada por las instalaciones del sector energético? ¿Cuáles son los retos y riesgos inmediatos que deberán atenderse?
¿Qué acciones se han tomado para incentivar otros métodos de movilidad que no usen gasolina o diesel y qué medidas considera usted que deberán adoptarse en el plazo inmediato?

Señor Director de Pemex:

También con el debido respeto y consideración a los delicados asuntos que tratamos:
Si la respuesta es negativa, ¿quien tiene el mandato? Si la respuesta es afirmativa ¿por qué no lo ha cumplido?


¿Tiene Pemex un mandato u obligación de suministrar gas natural?
¿Por qué debe PEMEX asumir los altos riesgos de la exploración de petróleo en aguas profundas?
¿Qué seguridad se tiene de la rentabilidad de las inversiones en exploración y explotación de petróleo?
¿Qué seguridad se tiene de que la producción de crudo sobrepasará los 3 millones de barriles diarios como lo estima la Estrategia Nacional de Energía?
¿Considera usted convincente la Estrategia Nacional de Energía cuando plantea que, de manera inercial, PEMEX una vez más producirá 3.35 millones de barriles de petróleo crudo por día?
¿Es realmente factible que PEMEX logre restituir con nuevos descubrimientos los 16 mil millones de barriles de crudo que se producirían en los próximos 15 años?
¿Podría usted explicarnos por qué no obstante que Chicontepec representa el 36% de las Reservas 3P, sólo representa el 2.8% de la producción? ¿Cuál es su índice de productividad?

Nos preocupa que en 11 años, del 2000 al 2011, la producción acumulada aumentó de 27,576 millones de barriles de petróleo crudo a 39,695.  Es decir, se produjeron 12,119 millones de barriles de petróleo crudo adicionales. Sin embargo, las reservas probadas, en ese mismo período, disminuyeron en 13,635 millones de barriles de petróleo crudo, es decir, bajaron de 23,660 a 10,025.  Y las reservas probables también bajaron 434 millones de barriles de petróleo crudo, de 8,982 a 8,548.  Las únicas reservas que subieron fueron las posibles, y lo hicieron en 4,764 millones de barriles.  Es decir, las reservas posibles pasaron de 7,275 a 12,039 millones de barriles de petróleo crudo. 

¿Está usted en la capacidad de ratificar la veracidad de estos datos? Porque parece evidente que en un escenario como éste las finanzas públicas no podrían depender del petróleo en el futuro. ¿Qué alternativas considera usted factibles?

Wednesday, October 24, 2012

Una reforma energética para México


Palabras del Diputado Federal Javier Treviño Cantú durante la Instalación de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, LXII Legislatura

México, D.F., 24 de octubre de 2012

 A nivel mundial, en la actualidad, todo el conjunto de la industria energética está en proceso de cambio acelerado, y México no puede —ni debe— seguir empantanado en el rezago de los últimos años.

Otros países productores de energéticos, al igual que algunos de nuestros principales socios comerciales, están llevando a cabo numerosas acciones para capitalizar las oportunidades que generan los incesantes avances tecnológicos en el campo de la exploración y producción, tanto en la que se refiere al petróleo, el gas y otros combustibles fósiles, como a las crecientes fuentes de energía renovables.

México está destinado a consolidarse como una potencia emergente en el concierto de las naciones, pero, para lograrlo, no puede seguir dejando pasar el tiempo, de manera improductiva, en un ámbito de carácter estratégico, con ramificaciones directas en todos los planos de un avance potencialmente integral de nuestro país.

Una reforma energética de fondo —que resguarde la propiedad y la rectoría fundamental del Estado mexicano sobre los recursos energéticos y, a la vez, promueva la inversión y facilite el aprovechamiento de la participación privada— es absolutamente impostergable.

El pueblo de México no merece ser rehén de atavismos ideológicos rebasados, cuya única consecuencia ha sido el retraso de un mayor bienestar para la población, la pérdida de competitividad para la industria del país, y la falta de acciones decididas para aminorar la vulnerabilidad frente a la reducción de nuestras reservas y a las volátiles condiciones del escenario energético internacional.

México no merece ser presa fácil de quienes hacen de la oposición sistemática a cualquier propuesta de cambio una forma de lucrar con la política, para preservar la vigencia de un modelo ya superado en los hechos.

La potestad soberana del Estado mexicano sobre los diversos recursos energéticos con que contamos en el país, no está, ni estará jamás a discusión.  Lo que sí es necesario y urgente, es replantear la forma en la que el Estado ejerce su rectoría sobre dichos recursos, para asegurar que su eficaz explotación, procesamiento y distribución contribuya —ante todo— a la seguridad energética de la nación; al abasto oportuno y a precios accesibles para todos los consumidores; a la generación de mayores recursos e ingresos presupuestales; así como a la asignación de tales recursos, con base en criterios transparentes y de largo plazo, de forma que no se desperdicien ni representen un mero gasto, sino una verdadera inversión en el desarrollo actual y futuro de México.

Durante la pasada campaña electoral, el presidente electo, Enrique Peña Nieto, se comprometió a impulsar una reforma energética responsable, que contribuya en forma tangible al avance de México.

Hoy, el grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, también reafirma su compromiso de trabajar a través de esta Comisión de Energía, para lograr los acuerdos que permitan concretar una iniciativa de avanzada en la materia.

Confiamos en el patriotismo, la altura de miras, y la responsabilidad de nuestros colegas legisladores, para que la voluntad que han manifestado de concurrir en este elevado propósito, se traduzca, con la rapidez que exigen las necesidades de nuestra población y nuestras perspectivas como nación, en una reforma de largo aliento que permita transformar al sector energético en un auténtico detonador para el desarrollo de nuestro país.

Thursday, September 13, 2012

Política exterior eficaz: principios y resultados


Palabras de Javier Treviño Cantú, Diputado Federal por Nuevo León, durante la glosa del sexto Informe de Gobierno.
México, D.F. 13, de septiembre de 2012

Con su venia, señor presidente.  
Honorable asamblea:

Es un honor para mí hacer uso de la palabra para referirme al estado que guarda la política exterior en el Sexto Informe de Gobierno.

La formulación y conducción de nuestra política exterior revisten una tarea especial y delicada, porque constituye el principal vínculo institucional de México con el mundo.

Es desafortunado, por tanto, que el capítulo dedicado a lo que el actual Ejecutivo federal denomina Política Exterior “Responsable” —como si fuera necesario aclararlo— presente serias deficiencias de forma y fondo.

Es lamentable que se haya hecho entrega a este Congreso de la Unión de un Informe tan desaseado, no sólo plagado de errores orto-tipográficos[1], sino en el que se llegan a confundir siglas de organismos internacionales como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito[2].

Sin una introducción clara, el capítulo en la materia se reduce a un listado de diagnósticos, iniciativas y acciones, muchas veces inconsistentes entre sí.

Esta simple enumeración no indica cómo ha beneficiado en concreto a nuestra población el esfuerzo realizado en materia de política exterior, ni en qué ha contribuido a fortalecer al Estado mexicano.

Sobre todo, el Informe refleja un grave problema de fondo, porque en los últimos seis años, México ha carecido de una política exterior con una orientación estratégica.

A diferencia de lo indicado en el documento, durante su conferencia de prensa sobre el tema[3], la secretaria de Relaciones Exteriores señaló que la política exterior del gobierno saliente se planteó “tres objetivos concretos”.

El primero fue, y cito, “resolver y superar cualquier tipo de enfrentamiento con otros países”, para luego sostener que, “hoy, México no tiene conflictos con ningún país”.

Más allá de lo triste que resulta para un país con nuestra tradición diplomática sostener como fundamental este ínfimo propósito, la historia y las palabras del presidente Felipe Calderón mismo matizan dicha afirmación.

En una entrevista concedida la semana pasada a la televisión rusa, el presidente Calderón por ejemplo calificó de “complicadas y en ocasiones tensas”[4] las relaciones entre México y los Estados Unidos.

Quizás ambas naciones podemos discrepar en forma respetuosa sobre cuestiones específicas, pero no debemos olvidar que este sexenio pasará a la historia por el episodio que llevó al presidente de la República a exigir el retiro del entonces embajador estadounidense Carlos Pascual.

Fue un incidente lamentable, que reflejó las tensiones producto de una cooperación en materia de seguridad basada en criterios jurídicos vagos, y que se ha operado a escondidas, como lo demuestra el ataque en Tres Marías contra funcionarios encubiertos de Estados Unidos.

El Poder Legislativo, que una y otra vez ha solicitado información precisa sobre las condiciones en las que se conduce esta cooperación bilateral, nunca ha recibido respuestas que no sean elusivas.

Pero las persistentes tensiones con Estados Unidos no son el único saldo negativo que deja la administración saliente.

Es necesario recordar las fricciones con Brasil, que hicieron que ni el presidente de la República, ni la secretaria de Relaciones Exteriores acudieran en 2011 a la ceremonia de toma de posesión de la presidenta Dilma Rousseff.

Y hay otros casos: como el de Canadá, que de manera poco diplomática impuso requisitos draconianos para la concesión de visas; o el controvertido tema de Florence Cassez, que sigue afectando la relación con Francia; y el de Cuba, donde la detención de supuestos activistas del PAN, en vísperas del viaje del Papa Benedicto XVI, estuvo a punto de descarrilar la única y tardía visita del presidente Calderón a ese país.

En la misma rueda de prensa, la secretaria de Relaciones Exteriores manifestó que el segundo objetivo de la política exterior en este sexenio era, vuelvo a citar, que “México fuera un actor internacional unánimemente reconocido y respetado”, y además sostuvo que “esto es ya un hecho”.

No cabe duda de que nuestro país es mundialmente apreciado por numerosas razones. No obstante, lo que hoy es un hecho, es que a México se le reconoce por la violencia asociada a la estrategia federal para combatir el crimen organizado, por la baja tasa de crecimiento económico en los últimos seis años, y por la incapacidad que esto ha producido para superar los rezagos de pobreza y desigualdad extremas que aún persisten.

Durante seis largos años, el gobierno saliente fue incapaz de articular una política de comunicación internacional y una diplomacia pública eficaz, que permitieran contrarrestar la percepción negativa de México que se fue generando.

Y, todo esto, limitó en forma notoria la capacidad de alcanzar el tercer objetivo de política exterior que se fijó el Ejecutivo Federal saliente, que era —y cito por última vez— “dar al país una nueva capacidad de influencia global”.

Señoras y señores legisladores:

La actual administración deja un legado de claroscuros en materia de política exterior: México aparece como un país desorientado y “desdibujado” en el escenario internacional.

La cercanía con Estados Unidos en materia de seguridad no sólo no se ha reflejado en mejores condiciones para nuestros migrantes, sino que, por el contrario, se ha traducido en deportaciones masivas, en legislaciones anti-migratorias a nivel estatal, y en incesantes ataques de la Patrulla Fronteriza contra compatriotas inocentes.

Ante dicha realidad, es indispensable diversificar la agenda con Estados Unidos para que tenga un carácter integral; es decir, que no solo esté supeditada al tema de seguridad, y en cambio nos permita enfocarnos —con auténtica corresponsabilidad— en la generación de una mayor prosperidad que, a su vez, se traduzca en nuevos empleos en ambos lados de la frontera.

Por otro lado, la desarticulación entre el Plan Puebla Panamá y la promesa incumplida del Proyecto Mesoamericano, hicieron que nuestro país perdiera capacidad de maniobra en Centroamérica, un área vital para nuestra seguridad nacional y desarrollo económico.

En América del Sur, a pesar de que la Alianza del Pacífico entre nuestro país, Colombia, Perú y Chile abre una ventana de oportunidad que es indispensable aprovechar, las fricciones comerciales y nuestra marcada ausencia en el plano cultural, han hecho que a México se le perciba distante de sus raíces y vocación latinoamericanas.

Por ello, en el PRI celebramos que la primera gira de trabajo del presidente electo, Enrique Peña Nieto, sea a Latinoamérica, con lo que demuestra su compromiso de estrechar los lazos de amistad y cooperación con la región.

Respecto a Europa, en estos últimos años México no parece haber dotado de contenido propio a una “asociación estratégica” que ha estado muy por debajo de su potencial.

Y, frente a Asia, México quedó rezagado, justo en el momento en que las principales tendencias mundiales exigían poner énfasis en países clave de esa región.

Ahora, a unos meses de que inicie la nueva administración, el grupo parlamentario del PRI se declara listo para acompañar al próximo titular del Poder Ejecutivo, Enrique Peña Nieto, en la formulación y conducción de una política exterior renovada, que contribuya con eficacia al desarrollo nacional, y permita recuperar el prestigio y el activo papel de nuestro país en el mundo.

Tenemos que redefinir la política exterior, de forma que no sólo sea de principios, sino también de resultados.

Nuestra política exterior tiene que estar vinculada, más estrechamente que nunca, con la eficacia que demanda la política interior para lograr mayor bienestar y desarrollo.

Es cuestión de contar con una visión en verdad estratégica, claramente alineada con esfuerzos coordinados para reconstruir la presencia internacional de México.

Con base en los acuerdos necesarios para sacar adelante las reformas estructurales que se requieren, habremos de establecer las condiciones para que nuestra economía crezca a tasas más elevadas y, con ello, logremos asumir nuestra condición plena de potencia regional.

Asimismo, trabajaremos para dotar a la Cancillería de recursos adecuados en el Presupuesto de Egresos de la Federación, para impulsar nuevos proyectos que permitan subsanar el rezago de los últimos doce años.

Este es el compromiso que asume el Grupo Parlamentario del PRI, porque la Cámara de Diputados está llamada a jugar un papel decisivo en la política exterior del país.

Muchas gracias por su atención.



[1]bit.ly/P8rAqL, p. 743; bit.ly/Q9wSje, p. 726; bit.ly/NQKnYW, p. 730.
[2]bit.ly/RIC6W7, pp. 97, 100, 104.
[4] Reforma, “Reconoce FCH relación difícil México-EU”, 8 de septiembre de 2012, bit.ly/NjeruR

Sunday, August 26, 2012

Debut internacional de Peña Nieto

Javier Treviño Cantú*
Milenio
26 de agosto de 2012 

Poco después de tomar posesión el próximo 1 de diciembre, el “debut” en los grandes escenarios internacionales de Enrique Peña Nieto, ya como Presidente Constitucional de México, ocurrirá en Santiago de Chile, cuando asista el 26 y 27 de enero de 2013 a la Primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) – Unión Europea (UE).

Se trata, en realidad, de la séptima Cumbre entre América Latina-el Caribe y la Unión Europea, pero a raíz de la institución de la CELAC como nuevo mecanismo regional, aparentemente se decidió reiniciar la contabilidad. Su tema central será la promoción del desarrollo sustentable y, como es usual en este tipo de eventos, además de darle continuidad al llamado Plan de Acción de Madrid —acordado en la reunión previa— con seguridad se definirán nuevas áreas para los trabajos y la cooperación entre las partes.

De cualquier forma, el entorno y la Cumbre CELAC-UE serán una excelente oportunidad para proyectar con claridad el nuevo enfoque de la política exterior que el Presidente Peña Nieto buscará seguir respecto a esas dos regiones claves para nuestro país. A la vez, su participación también servirá como referente para ir perfilando sus iniciativas diplomáticas hacia las otras dos regiones que conforman el “cuadrante geo-estratégico” para nuestro país: América del Norte, donde destaca en particular la relación bilateral con los Estados Unidos, y Asia, donde igualmente sobresale la importancia de la relación con China.

Para México, una de las condiciones para el éxito de su política exterior sin duda radica en encontrar un equilibrio en la atención dedicada a los ejes Norte-Sur (América del Norte-América Latina y el Caribe) y Este-Oeste (Europa-Asia), así como una complementariedad en el tratamiento transversal de los principales temas de las agendas bilaterales, regionales y multilaterales.

Durante el periodo de transición entre septiembre —una vez que el Tribunal Electoral concluya la calificación del proceso electoral— y noviembre, el Presidente electo tendrá oportunidad de realizar diversos viajes al exterior para establecer contacto personal con autoridades y otros grupos de interés. Sin embargo, tanto en el caso de Estados Unidos como de China —dos de los principales “nodos” para el tejido de una renovada red de alianzas diplomáticas, acorde a las cambiantes condiciones del escenario global— la situación coyuntural es compleja.

En Estados Unidos habrá elecciones en noviembre. Hace cuatro años, la única reunión internacional de Barack Obama como Presidente electo fue con el actual mandatario mexicano, Felipe Calderón. En un contexto particularmente difícil —al haber “heredado” una grave crisis económica y las guerras en Afganistán e Irak—, este gesto de Obama reflejó la importancia prioritaria que desde un principio su gobierno le asignaría a la relación con México. Por ello, en caso de que Obama logre reelegirse, sería factible anticipar la disposición de nuestros vecinos para reeditar un encuentro similar con Enrique Peña Nieto, o en su defecto programar una reunión de trabajo poco después de la ceremonia de inauguración.

De igual forma, en caso de que ganara el candidato Republicano a la presidencia de Estados Unidos, Mitt Romney, una pronta reunión con su contraparte de México refrendaría la voluntad de estrechar lazos para iniciar con el pie derecho una nueva etapa en la relación bilateral. En cualquier caso, sería muy útil que el encuentro entre los mandatarios de México y Estados Unidos se diera antes del viaje a Chile para participar en la Cumbre CELAC-UE a finales de enero. De esa forma, el Presidente Peña Nieto ya contaría con una perspectiva más clara de lo que cabría esperar para el futuro inmediato de la relación con Estados Unidos y, al menos en parte, quizás también con China, el otro actor central del escenario mundial.

El actual gobierno mexicano decidió —al “cinco para las doce”— promover la participación de México en las negociaciones para establecer el Acuerdo Trans-Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés). Es una ambiciosa iniciativa nominalmente comercial, pero con significativas implicaciones geo-políticas, ya que algunos analistas lo ubican como parte de la reorientación diplomática de Estados Unidos hacia Asia para “contener” la expansión de China. En esta medida, la participación de México en el TPP será un elemento que el próximo gobierno chino seguramente tomará en consideración a la hora de evaluar y dar paso a la siguiente fase de la relación bilateral con México, una vez que se produzca el relevo de su dirigencia en algún momento de septiembre u octubre.

Esto nos trae de regreso al escenario latinoamericano, ya que la posible inclusión de México en el TPP embona con la reciente entrada en vigor del nuevo Acuerdo del Pacífico entre nuestro país, Colombia, Perú y Chile, así como con la creciente presencia en la región no sólo de China, sino también de la propia Unión Europea (UE). A pesar de las voces alarmistas que alertan sobre un posible retraimiento europeo del escenario mundial por su persistente crisis financiera, la UE es un actor con visión de largo plazo, dispuesto a seguir desempeñando un papel activo en el terreno internacional.

Para muestra, apenas el pasado mes de junio la UE suscribió un nuevo Acuerdo Comercial con Colombia y Perú, y un Acuerdo de Asociación con Centroamérica. Esto, sumado a las próximas resoluciones que se alcancen en Santiago de Chile, le abre una nueva ventana de oportunidad a nuestro país para reafirmar su liderazgo como un interlocutor multi-regional privilegiado.

México cuenta con su propio Acuerdo de Asociación con la UE desde el año 2000. Los intercambios comerciales han aumentado en este tiempo más de 200%, alcanzando en 2011 un total cercano a los 57 mil millones de dólares, mientras que la inversión proveniente de la UE pasó de representar un 22% del total, a un 37%. Nuestro país, además, fue reconocido desde 2009 por la UE como “socio estratégico”. En la reciente reunión bilateral entre México y la UE —realizada en Los Cabos el pasado mes de junio, en el marco de la Cumbre del G20—, ambas partes decidieron extender el Plan Ejecutivo Conjunto de su asociación estratégica, lo cual abre perspectivas para concertar posiciones de primera importancia para el país, incluyendo acciones de cooperación triangular que contribuyan a fortalecer la seguridad en Centroamérica.

De esta forma, a poco menos de sesenta días de haber asumido el poder, el Presidente Enrique Peña Nieto tendrá la oportunidad de desplegar un juego diplomático a cuatro bandas en Santiago de Chile. El valioso tiempo con el que contará durante la transición para definir su política exterior, y la asignación de un presupuesto en la Cámara de Diputados que asegure la disponibilidad de recursos suficientes para concretar proyectos ambiciosos, seguramente le permitirá aprovechar la Cumbre para empezar a retomar el lugar que nuestro país debe ocupar en el mundo como una potencia emergente respetada.




*El autor es Diputado federal electo por el PRI a la LXII Legislatura y fue Subsecretario de Relaciones Exteriores.

Friday, June 29, 2012

¡Es la política exterior...!

Javier Treviño Cantú*

Milenio
29 de junio de 2012 


Como nunca antes en la historia contemporánea de nuestro país, el éxito o el fracaso del próximo gobierno dependerá en buena medida de lo que haga en materia de política exterior. Y no sólo en cuanto tome posesión a partir del 1 de diciembre, sino desde el inicio del largo periodo de transición entre julio y noviembre de este año.

Uno de los aspectos más novedosos del proceso electoral, que está por concluir el 1 de julio, ha sido que los asuntos internacionales tuvieron un peso significativo. Esto se reflejó, por ejemplo, en el segmento que se le dedicó al tema en el segundo debate entre los candidatos a la Presidencia, en la publicación simultánea de las propuestas de política exterior de los tres principales partidos en la prestigiada revista Foreign Affairs Latinoamérica, o en los numerosos foros que se realizaron entre especialistas, incluyendo el de la Fundación Colosio del PRI sobre el Futuro Internacional de México.

Sin embargo, esto apenas es la “antesala” de la importancia central que seguramente tendrá todo lo relacionado con la política exterior para el nuevo gobierno. Sobre todo, porque cada uno de los grandes retos que enfrenta México —ya sea para abatir la violencia y combatir con más eficacia al crimen organizado, impulsar un crecimiento económico que genere más y mejores empleos, o alcanzar un mayor desarrollo social— están directamente relacionado con el entorno internacional.

El creciente interés por los temas de política exterior que hemos visto a últimas fechas en México se debe a varios factores. Primero, a que el 2012 es un año eminentemente electoral. Aparte de lo que ocurra en México, a los resultados ya conocidos de elecciones en países clave para la estabilidad mundial —como Francia, Rusia y, ahora, Grecia—, en los próximos meses se sumarán el relevo generacional en la dirigencia del Partido Comunista y el gobierno de China, así como la decisión de los votantes en Estados Unidos para reelegir a Barack Obama, o mandar a despachar desde la Casa Blanca a Mitt Romney.

En este sentido, el próximo gobierno mexicano tendrá la ventaja que significará posicionarse en un escenario global renovado, donde los principales actores buscarán reconfigurar sus propias políticas exteriores. Esto le abre una estrecha “ventana de oportunidad” a la siguiente administración en México, que deberá definir con claridad sus objetivos estratégicos, poner en práctica acciones concretas de inmediato, e imprimirle un sello distintivo a su política exterior.

El segundo factor que explica la creciente relevancia de los temas internacionales en nuestro país es que, a los profundos reacomodos geopolíticos que están ocurriendo entre los países más desarrollados y las nuevas “potencias emergentes”, se sumó el controvertido activismo internacional del Presidente Felipe Calderón. Así, el nuevo gobierno mexicano también se encontrará con un margen de maniobra internacional acotado por los polémicos compromisos internacionales que han sido adquiridos por la actual administración panista.

Un ejemplo es la reciente cumbre del G-20 que se realizó en Los Cabos. El saldo inicial parecería favorable para nuestro país, pero las cuentas finales que entregue México cuando termine su presidencia pro témpore del mecanismo —justo un día antes de que concluya el actual sexenio del Presidente Calderón— influirá en las expectativas que se tengan de la siguiente administración.

Pero éste no será el único proceso en marcha que heredará el próximo gobierno mexicano. Y, por supuesto, los más delicados tienen que ver con el tema de seguridad. Las dos administraciones panistas en la primera etapa de la alternancia democrática en México establecieron una cercanía sin precedentes en este terreno con nuestros vecinos del norte. Primero, mediante la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte y, luego, a través de la Iniciativa Mérida.

Hay que ser muy claros: la cooperación internacional para combatir con éxito al crimen organizado transnacional es absolutamente indispensable. Pero la opacidad de la Iniciativa Mérida ha despertado dudas legítimas sobre el verdadero contenido de los acuerdos entre ambos países. El próximo gobierno de México deberá mantener una cooperación en materia de seguridad eficaz, basada en un auténtico compromiso con la co-responsabilidad. Tanto con los Estados Unidos, como con todos los demás países que enfrentan este mismo reto global. Sin embargo, lo deberá hacer con base en diagnósticos y criterios propios, y asegurando que las condiciones de la cooperación coincidan plenamente con las leyes y el más elevado interés nacional.

Además, presuntamente México sería la sede del centro que coordinaría el nuevo Esquema Hemisférico de Combate a la Delincuencia Organizada Transnacional. Resultado de una propuesta mexicana en la reciente Cumbre de las Américas, todavía es poco claro su alcance, cómo operaría en la práctica, y quién supervisaría su funcionamiento. Nuevamente, es indudable que está en el interés de México contribuir a una mayor colaboración entre todos los países del continente americano para combatir con mayor eficacia al crimen, pero será necesario clarificar qué compromisos implica este “Esquema”, para evitar falsas expectativas o condiciones inaceptables.

De igual forma, el próximo gobierno tendrá que darle seguimiento al nuevo Acuerdo del Pacífico que acaba de formalizar nuestro país junto con Colombia, Perú y Chile —y que en principio iría mucho más allá de cuestiones meramente comerciales—, al mismo tiempo que deberá ser incluido desde el periodo de transición en la incorporación de México a las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífica (AAT). Este Acuerdo tiene aspiraciones muy ambiciosas, que se basan en criterios muy rigurosos que deberán, otra vez, ser cuidadosamente valorados para asegurar que respondan al interés nacional y evitar posibles impactos negativos para la industria de nuestro país.

Además, el Acuerdo de Asociación Transpacífica ha sido visto por algunos especialistas como parte central de la reorientación estratégica hacia el Pacífico Asiático que lleva a cabo la actual administración del Presidente Obama. Incluso, hay quienes lo consideran como la pieza clave en una nueva política estadounidense de “contención” hacia China. Por ello, el próximo gobierno mexicano deberá extremar precauciones para evitar que nuestra posible incorporación al AAT dificulte la renovación de una relación bilateral con China mucho más productiva para nuestro país.

En suma, la nueva administración federal que resulte electa el próximo 1 de julio en México se encontrará con un escenario global extraordinariamente complejo, en proceso de reacomodos geopolíticos estructurales. Es en ese escenario donde tendrá que impulsar una política exterior seria, eficaz y propositiva, que contribuya de manera integral al desarrollo de nuestro país.

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*El autor fue Subsecretario de Relaciones Exteriores y actualmente es el Coordinador de la Campaña de Enrique Peña Nieto en Nuevo León.
http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9151762

Thursday, April 26, 2012

México-Estados Unidos: Candados Transexenales

Javier Treviño Cantú

Milenio
26 de abril de 2012


Desde hace tiempo, tanto en México como en Estados Unidos se ha ido hilando una narrativa que pretende equiparar el posible triunfo del PRI en las próximas elecciones de julio a una supuesta regresión que pondría en peligro la lucha decidida en contra del crimen organizado y la delincuencia común.

En el actual contexto electoral, es lógico esperar que desde Los Pinos y la campaña de la candidata del PAN se trate de espantar al electorado con “el petate del muerto”, pero ya es tiempo de que tanto aquí como en los corredores del poder civil y militar de los Estados Unidos quede claro que el PRI y su candidato, Enrique Peña Nieto, han sido enfáticos en su compromiso de abatir la violencia y combatir a todas las organizaciones criminales.
 
Desde 2009, el Comando Norte del Ejército estadounidense lanzó la revista en español Ágora (http://agorarevista.com/es). En el número 4 de 2011, Benjamin P. Gochman (“Socios en defensa cooperativa”, http://bit.ly/I9WAyv) señalaba que “los efectos corrosivos de la amenaza del crimen organizado transnacional, los retos complejos para vencerla y las abundantes oportunidades para progresar, subrayan la vital importancia de asegurar que esta relación continúe durante los próximos seis años de administración presidencial después de las elecciones del 2012 en México”.
 
Hace unos días se publicó en nuestro país un artículo en una línea similar. Richard Downie, director del Centro de Estudios Hemisféricos sobre Defensa —de la Universidad Nacional de Defensa de Estados Unidos—, sostuvo en “Decisión crítica para el próximo Presidente” (Reforma, abril 18, 2012) que:

“...gane quien gane las elecciones [presidenciales en México] tendrá cuatro opciones para... reducir la violencia y abordar el tráfico ilícito: 1) ‘Mantener el Rumbo’. Continuar la estrategia del presidente Calderón con las fuerzas militares en el rol principal con el apoyo de las instituciones policiales; 2) ‘Policía en el Rol Principal’, con el apoyo militar; 3) ‘Políticas Sociales y Culturales’... en lugar de confrontación [sic] y reformas para despenalizar o legalizar la marihuana y otras drogas; 4) ‘Acomodo Directo o Tácito’. Como manera de reducir los delitos violentos en México, algunos ex funcionarios [sic] han sugerido que el gobierno evite la confrontación con los grupos criminales. Por ejemplo, no impedir el narcotráfico a los Estados Unidos”.
 
Plantea que “la opción más pragmática sería una combinación de las tres primeras categorías”. Por el contrario, “una acomodación directa o tácita con la delincuencia organizada sería perniciosa para el Estado de Derecho de México, [y] la seguridad y otras formas de cooperación con Estados Unidos terminarían”, dice Downie.
 
El artículo es una adaptación del ensayo que Downie publicó en julio del año pasado (“Critical Strategic Decisions in Mexico: the Future of US/Mexico Defense Relations, http://1.usa.gov/IcCIOO). Ahí, sostenía que “la cuarta opción subraya la alternativa de regresar al viejo estilo corporativista del PRI, de buscar acomodos en forma directa o tácita con los cárteles”. Además, “bajo tales condiciones los Estados Unidos buscarían mantener relaciones militares de carácter institucional, mientras esperan el regreso [sic] de un gobierno que confronte a las organizaciones criminales transnacionales”.
 
Downie también consideraba en julio de 2011 que Estados Unidos aún estaba a tiempo de “ampliar los lazos operativos y organizacionales” con las Fuerzas Armadas mexicanas. Para ello, proponía “institucionalizar los avances logrados en materia de cooperación sobre defensa durante la administración Calderón”, ya que, “una vez establecidos formalmente, los acuerdos, consejos internacionales y unidades conjuntas son más difíciles de desmantelar”.
 
Dos acontecimientos recientes de gran trascendencia indicarían que las propuestas de Downie fueron atendidas con prontitud.
 
El primero fue la histórica reunión del pasado 27 de marzo en Ottawa, entre los secretarios mexicanos de Defensa, Guillermo Galván, y de Marina, Francisco Saynez; el secretario de Defensa de EUA, Leon Panetta; y el Ministro de Defensa Nacional de Canadá, Peter Mackay (http://bit.ly/HifRxG). El encuentro se centró en los retos planteados por el narcotráfico y el apoyo de las Fuerzas Armadas en casos de desastres naturales.
 
Esta reunión se realizó días antes de la Cumbre de Líderes de América del Norte. Los Presidentes de México, Felipe Calderón, de Estados Unidos, Barack Obama, y el Primer Ministro de Canadá, Stephen Harper, consideraron la reunión militar como una simple “ampliación” de los encuentros a nivel ministerial para atender las agendas bilaterales y la agenda trilateral, (http://1.usa.gov/HQF5n4). Pero, con ello, dejaron en claro que su prioridad es la militarización del combate regional contra el crimen transnacional.
 
El segundo acontecimiento, fue la aprobación en la Sexta Cumbre de las Américas del Sistema Interamericano de Combate contra el Crimen Organizado (SICCO), que incluiría un nuevo Centro en México para coordinarlo.
 
En su mensaje de clausura, el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, señaló que los mandatarios habían coincidido en “la necesidad de analizar los resultados de la actual política [anti-drogas] en las Américas y explorar nuevos enfoques”, por lo que le dieron “un mandato a la OEA para tal fin”. No obstante, un comunicado adicional señaló que los mandatarios acordaron “el desarrollo de un esquema hemisférico contra la delincuencia organizada transnacional... [e] implementar una entidad coordinadora” (http://bit.ly/Jt2AGn).
 
Debido a la veda electoral que impide difundir “propaganda gubernamental”, y quizás para evitar una nueva violación a la Constitución por parte del titular del Ejecutivo (Milenio, abril 19, 2012), la información sobre el SICCO se limitó a un cable de la agencia Notimex (“Aprueba Cumbre de las Américas propuesta mexicana sobre seguridad”, abril 15, 2012, http://bit.ly/Jr9sBs).
 
Tras ambas Cumbres, la impresión que queda es que los actuales gobiernos de México y Estados Unidos buscan formalizar mecanismos más amplios en materia de seguridad a nivel bilateral y regional, antes de las respectivas elecciones en cada país, para que —como plantea Downie— sean “más difíciles de desmantelar”.
 
Sin duda, es necesario fortalecer institucionalmente la relación entre México y Estados Unidos, pero no sólo en este ámbito. Desde la desaparición “informal” de la Comisión Binacional —y aún considerando la ASPAN o las esporádicas cumbres de líderes norteamericanos—, nuestra principal relación bilateral ha carecido de un instrumento institucional que atienda en forma integral todos los temas incluidos en nuestra amplia y compleja agenda común.
 
Sobre todo, debe quedar claro que el próximo gobierno de México evaluará lo logrado hasta ahora mediante la cooperación bilateral, regional y multilateral en materia de seguridad, y definirá sus propias políticas a partir del primero de diciembre de este año. Pero lo deberá hacer con base en los más elevados intereses de México, y no en los candados transexenales que se están tratando de aplicar a punto de que concluya un sexenio cuyo legado —para su mala fortuna y la de todos los mexicanos— será el dolor provocado por la violencia.


*El autor fue Subsecretario de Relaciones Exteriores y actualmente es Candidato del PRI a Diputado Federal.