Monday, May 06, 2013

Más allá del oasis: el PRI y el mundo


Javier Treviño Cantú

Revista Confluencia XXI
núm 20 ene-mar 2013
http://pri.org.mx/descargas/2013/05/CONFLUENCIA_20_Lanueva_OK.pdf

La gran batalla que el PRI deberá librar ahora es la reconquista de su prestigio como un partido político comprometido con la democracia, como una organización al servicio de los ciudadanos y de los más elevados intereses de nuestro país. ¿Pudo el PRI completar con éxito su travesía del desierto a partir del 2000? ¿O sólo ha llegado a un oasis? Durante doce años de un trabajo político sostenido en cada uno de los estados y en todo el país, el PRI logró construir una nueva historia de éxito que culminó con el triunfo en las elecciones presidenciales del 2012 y con un claro repunte en el Congreso de la Unión. Sin embargo, no es suficiente. Ahora tiene que reconstruir su  influencia en el escenario internacional. ¿Cómo se ve al PRI en el resto del mundo? Sin duda hay mucho trabajo por hacer.

Al igual que el PRI está actualizándose para ser un partido político más eficaz, en lo que se refiere a su capacidad de impulsar iniciativas y políticas públicas que promuevan decididamente el avance de México, también debe cambiar para replantear su propio posicionamiento a nivel mundial. La transformación que promueve no sólo debe ser la de México. Renovación y transformación deben ser dos elementos esenciales del mismo PRI y de su nueva visión.

Con base en su reconocida tradición internacionalista, el PRI tiene mucho que aportar para que el nuevo gobierno federal encabezado por el Presidente Enrique Peña Nieto ponga en práctica una política exterior con un amplio y sólido respaldo, que contribuya al logro de los grandes objetivos nacionales que se ha planteado. De igual forma, con una visión estratégica del nuevo papel que pueden y deben jugar los partidos políticos en el cambiante escenario global, el PRI tiene por delante un urgente e importante esfuerzo a realizar: tanto para difundir su renovado ideario programático, como para ampliar su ámbito de acción a través de las organizaciones partidistas internacionales a que pertenece y de una activa interlocución con otros partidos políticos e instituciones del mundo.

El PRI ha confirmado ser una organización política con capacidad de aprendizaje. A lo largo de su historia institucional en el siglo XX, supo transformarse en momentos decisivos para estar a la altura de las cambiantes circunstancias por las que atravesó nuestro país. Al inicio del siglo XXI, como partido en la oposición supo mantenerse cohesionado para reafirmar su identidad esencial y, al mismo tiempo, redefinirse como un partido vanguardista con propuestas electorales de avanzada para responder con eficacia a las justas exigencias de la ciudadanía.

Esta cualidad fundamental del PRI como organización “inteligente”, capaz de aprender para adecuarse a nuevas situaciones históricas y condiciones políticas, ha quedado nuevamente plasmada en las recientes adecuaciones a sus Estatutos, a la Declaración de Principios y al Programa de Acción emanados de la Asamblea Nacional que se llevó a cabo en el mes de marzo del presente año. Como bien se señala en dicha Declaración: “De cara a los desafíos del siglo XXI, ratificamos nuestros principios fundamentales, actualizamos nuestra agenda partidista y renovamos el compromiso de seguir abanderando las mejores causas de México”.

Ahora, en el marco de un mundo que se caracteriza por intensas dinámicas de cambio en todos los planos y órdenes del quehacer político, el PRI también debe renovar su forma de proyectarse en el mundo. Sobre todo, para incidir constructivamente en la formulación y conducción de una política exterior de Estado, que se oriente a fortalecer la capacidad soberana de nuestro país para definir su propio interés nacional y las políticas más adecuadas para promoverlo, y también para contribuir a encontrar soluciones eficaces ante los grandes retos comunes que enfrenta la humanidad en materia de competitividad económica, desarrollo social, seguridad y sustentabilidad.

Como ya lo han apuntado reconocidos académicos y analistas, el mundo globalizado de la actualidad se distingue, entre muchas otras cosas, por un replanteamiento de lo que constituye la esencia del poder y las fuentes de donde emana dicho poder. Si bien los Estados-Nación son, y seguirán siendo, los actores preeminentes, hoy éstos —a través de sus gobiernos representativos— ya comparten el escenario global con otros actores que cuentan con una creciente capacidad de acción e influencia, incluyendo a entidades de gobierno sub-nacionales y organizaciones supra-nacionales o multilaterales, a empresas y medios de comunicación de alcance mundial, individuos y personalidades comprometidos con causas específicas, asociaciones ciudadanas y, por supuesto, partidos políticos.

Paradójicamente, estos mismos partidos políticos hoy atraviesan en lo general por una profunda crisis de legitimidad, producto de un desfase entre la cambiante realidad de las sociedades alrededor del mundo, y la capacidad de dichos partidos para canalizar con eficacia las demandas y aspiraciones de quienes comparten una misma afinidad política. En este sentido, hoy los partidos tiene ante sí el doble reto que significa, por una parte, articular y transmitir con absoluta claridad el apego a determinados principios y su postura respecto a las agendas nacionales, locales y globales correspondientes; y, por la otra parte, aprovechar al máximo la capacidad de interacción con la ciudadanía nacional, local y global que brindan tecnologías como Internet y las redes sociales, al igual que un creciente panorama de foros internacionales para la discusión pública y el intercambio de experiencias.

En este sentido, si bien el PRI debe reafirmar y aprovechar al máximo los espacios que le brindan su pertenencia a organizaciones como la Internacional Socialista y la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPPAL), también debe promover activamente una mayor presencia en otros espacios de interlocución donde pueda dar a conocer de manera puntual su ideario político. Para ello, ante todo es necesario reconocer que la imagen y percepción que se tiene del PRI en gran parte del mundo, sigue estando asociada a estereotipos o cualidades negativas que quizás lo pudieron haber distinguido en el pasado, pero que, o bien siempre han sido erróneas e infundadas, o en todo caso ya no corresponden con su verdadera caracterización actual.

Es decir que, en términos de lo que pudiera referirse como mercadotecnia política a escala global, el PRI tendría que emprender cuanto antes una activa campaña de reposicionamiento para asociar su “marca” a cualidades esencialmente positivas, incluyendo no sólo su amplia experiencia como partido en el gobierno, sino también su compromiso fundamental con la democracia, su capacidad de transitar como partido en la oposición a  integrar nuevamente el gobierno federal en México tras las elecciones presidenciales de 2012 y el triunfo de su candidato Enrique Peña Nieto, su apego irrestricto a la legalidad, y su voluntad de lograr que en México impere la justicia social y que nuestro país alcance un mayor desarrollo.

Para ello, el PRI necesitaría poner en marcha una estrategia integral, con enfoque claro, disciplina y perseverancia, para alinear esfuerzos en siete frentes claves:

1. Asignarle la más alta prioridad dentro del Comité Ejecutivo Nacional a la tarea internacional del Partido. Es necesario ampliar la presencia activa del PRI en organizaciones formales y foros coyunturales en las diferentes regiones del mundo.

2. Desarrollar relaciones constructivas con los medios de comunicación internacionales. La historia de éxito del PRI debe ser transmitida en forma consistente mediante una nueva narrativa, que resulte convincente y también atractiva para los corresponsales extranjeros que escriben desde México. Esto debe ser complementado con una estrategia de acercamiento con los editores de las principales publicaciones internacionales, así como con otras personalidades y líderes de opinión mundiales atentos a nuestro país.

3. Fortalecer la vinculación con las universidades extranjeras, centros de investigación académica (think tanks) en diferentes países y con expertos internacionales que han hecho de México su campo de estudio. Los estudiantes mexicanos en el extranjero pueden convertirse en un conducto privilegiado para organizar la presencia del PRI en los campus universitarios de mayor influencia del mundo.

4. Desarrollar una relación inteligente y eficaz con las comunidades de mexicanos en el extranjero sigue siendo un terreno fértil para ampliar la presencia del PRI en diferentes países, particularmente en los Estados Unidos.

5. Promover de manera permanente, alineada, coordinada, enfocada y disciplinada, la participación de los legisladores priístas en los principales foros internacionales.

6. Mantener y dar seguimiento constante a todos los espacios antes señalados a través de las nuevas tecnologías y las redes sociales.

7. Consolidar a la Fundación Colosio del PRI como un instrumento verdaderamente estratégico para la formación de cuadros de priístas especializados, con la capacidad de participar en cualquier foro mundial para promover las ideas y la imagen de lo que un PRI renovado significa para el avance democrático de México. La Fundación debe ser la fábrica de ideas, el gran actor que define la agenda de la discusión y elabora las narrativas que los priístas deben transmitir en todo el mundo.

De manera simultánea, el PRI tiene la oportunidad, y la responsabilidad, de acompañar al gobierno federal que encabeza el Presidente Peña Nieto para apoyar la ambiciosa agenda que se ha planteado en materia de política exterior. Después del lamentable deterioro sufrido tras 12 años de desastrosos gobiernos panistas, una de las principales tareas que debemos emprender —partido, gobierno y sociedad— es la recuperación de la imagen y la capacidad de influencia de nuestro país en cada región del mundo y en todos los espacios de actuación multilateral.

Desde el arranque de su administración, el Presidente Peña Nieto fue muy claro en advertir la importancia prioritaria y estratégica que le asignaría a la política exterior. Lo hizo al incorporar este tema como uno de los cinco grandes ejes que orientarán el esfuerzo de su gobierno para lograr que México sea un país donde prevalezcan la paz y la seguridad; para que sea un país incluyente, capaz de abatir la pobreza y la marginación, donde todos los mexicanos cuenten con oportunidades de desarrollo y bienestar; para que todos los mexicanos puedan acceder a una educación de calidad; para que México cuente con bases sólidas que le permitan ser un país más próspero; y, finalmente, para lograr que México sea un actor con responsabilidad global.

En el esfuerzo que representa “trazar una ruta acorde a las nuevas realidades globales”, el Presidente Peña Nieto ha detallado que la política exterior de su gobierno estará sustentada en cuatro grandes pilares: 1) fortalecer la presencia de México en el mundo [para] incidir en la conformación de una arquitectura internacional más próspera y equitativa; 2) ampliar la cooperación internacional, para que nuestra política exterior contribuya decididamente al desarrollo interior del país; 3) promover el valor de México en el mundo, a fin de acercar a otras latitudes nuestra historia, nuestra riqueza cultural, nuestra naturaleza, nuestra gastronomía y el patrimonio cultural que tiene nuestro país; y, 4) velar por los intereses de México y de todos los mexicanos en el extranjero.

En todos y cada uno de estos ámbitos, el PRI puede contribuir mediante una activa presencia internacional a lograr que México avance. Para concretar en los hechos el enorme potencial que lo consolide como una auténtica potencia regional y como un actor de alcance global.

Para completar la travesía del desierto que iniciamos en el 2000, y para ir más allá del oasis al que llegamos con el triunfo electoral del 2012, no basta ser exitosos en las contiendas electorales. Necesitamos ganar el debate de las ideas y reconstruir el prestigio internacional del PRI.